lunes, 22 de julio de 2013

CAPSULA CULTURAL #11. EL DISCO JAGUAR DE CARA SUCIA.

El “disco del jaguar” fue encontrado por el historiador Santiago Barberena a finales del siglo 20, “cerca de la aldea Cara Sucia”, en la costa de Ahuachapán.

La importancia del disco la reflejan el lugar que ocupa en el Museo Nacional de Antropología “Dr David J. Guzmán”, su préstamo para exhibiciones en el exterior (en Italia y en México) y su adopción como símbolo de un banco del país.

Barberena, que veía en el monumento una representación simbólica del sol, lo trasladó al Museo Nacional en 1892. 

En Europa, el interés por el contexto dio lugar a las primeras excavaciones estratigráficas (basadas en las capas geológicas) en 1840, pero cuando Barberena descubrió el disco de Cara Sucia todavía no existía esta práctica en Centroamérica (en El Salvador, las primeras excavaciones estratigráficas fueron realizadas en la década de 1920, por Jorge Lardé y Samuel K. Lothrop).

Desconociendo el contexto preciso del disco, los arqueólogos se basaron sobre todo en el tipo, la materia y la iconografía de la escultura para tratar de entender su afiliación cultural, cronología, significado y función. 

En 1915, Herbert Spinden, con base en la iconografía, relacionó la escultura con los monumentos de la región de Santa Lucía Cotzumalhuapa, en la costa pacífica de Guatemala.

En los años 70, Wyllys Andrews V, quien realizó un proyecto arqueológico en el sitio de Quelepa (San Miguel), relacionó el monumento de Cara Sucia con el gran altar uno de este sitio (fase Uapala, 500-300 a.C.), concluyendo en una datación temprana del disco.

En 1976, Stanley Boggs publicó un estudio de las esculturas, tomando en cuenta lo que entonces se sabía de los vestigios del sitio de Cara Sucia. Boggs sugirió que la ocupación principal del sitio tuvo lugar en el Clásico Tardío (600-1000 d.C.) y en el Postclásico (1000-1524 d.C.).

Él situó la mayoría de las esculturas en el Clásico Tardío, relacionándolas con los monumentos de la región de Santa Lucía Cotzumalhuapa, en donde las investigaciones de las pasadas décadas habían permitido conocer mejor importantes centros de la cultura de Cotzumalhuapa, tales como El Baúl y Bilbao. 

Saqueo masivo

Entre 1979 y 1981, después de la reforma agraria, ocurrió un desastre cultural: el sitio de Cara Sucia fue saqueado, causando la destrucción de muchos contextos y la dispersión de muchos vestigios.

Después de esta tragedia, Paul Amaroli realizó investigaciones en el sitio, en 1982, 1983 y 1986. Caracterizó Cara Sucia como un centro clásico tardío, de la cultura de Cotzumalhuapa.

La cara de jaguar recuerda esculturas de El Baúl, Bilbao y Santa María Cauqué, en Guatemala. La función de la escultura de Cara Sucia queda confusa: se podría tratar de una escultura arquitectónica o de un altar.

Mucho por investigar

En Mesoamérica, el jaguar tuvo varios significados; a menudo simbolizaba la carrera nocturna del sol en el inframundo, pero podía estar asociado con otros conceptos. Por ejemplo, en las esculturas de Cotzumalhuapa, el jaguar parece asociado al agua y a la fertilidad de la tierra. Por otra parte, la forma del monumento de Cara Sucia no significa necesariamente un simbolismo solar; se conocen numerosas esculturas en forma de disco en la Mesoamérica meridional.

Popularmente se designa a menudo al disco de Cara Sucia como una obra maestra del arte maya. En realidad pertenece a la cultura de Cotzumalhuapa, que era diferente de la cultura maya clásica, caracterizándose en particular por sus esculturas y su arquitectura.

Todavía queda mucho por investigar en Cara Sucia, y el sitio sigue generando interés entre los arqueólogos, como lo atestigua el proyecto de campo realizado en el 2004 con el apoyo de la cooperación francesa (cf. el artículo “Estructuras arqueológicas bajo tierra”, en Hablemos del 09/05/2004). Lamentablemente, la zona de Cara Sucia sigue siendo blanco de mucho saqueo.
Fuente: revista hablemos EDH

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