miércoles, 11 de septiembre de 2013

UN SERMÓN HISTÓRICO. UNA HISTORIA DEL PRIMER GRITO DE INDEPENDENCIA



Un Sermón histórico: 

una historia del primer grito de independencia

Posesionadas las nuevas autoridades, el 22 de diciembre de 1811 se efectuó una misa solemne, en la parroquia, en acción de gracias por la pacificación. El celebrante - que no podía ser otro que el Padre José Matías Delgado- subió al púlpito. El sermón de ese día ha llenado de asombro y estupor a bastantes historiadores, en tanto que siendo el párroco una de las principales figuras que manejaron los hilos de la rebelión recién concluida, asume en esta prédica una actitud de lealtad al orden establecido, y llega a decir a sus paisanos: "Hombres atrevidos os han deslumbrado con falsas ideas de bienes aparentes y os conduxeron al precipicio"

Reproducimos, íntegramente, el sermón en cuestión.

SERMÓN DEL PADRE JOSÉ MATÍAS DELGADO EN LA IGLESIA PARROQUIAL DE SAN SALVADOR. 22 de diciembre de 1811.

"Amados hijos míos: Oíd en este sagrado lugar la voz consoladora de vuestro Párroco. Yo que os hé acompañado en todas vuestra tribulaciones, que no os hé desamparado aun en los momentos más amargos, que siempre me vísteis con vosotros en las calles, en las plazas, en las habitaciones domésticas... en este sagrado templo implorando la clemencia del Señor. Que arrastrado del torrente impetuoso de las convulsiones populares que desgraciadamente agitaron esta ilustre ciudad en los aciagos días 4,5 y 7 de noviembre corria de un lugar á otro infatigable y activo, para dar exemplo de moderación á los Magistrados, y consolación á los afligidos: vengo á hablaros hoy en presencia del Señor De las Misericordias, á calmar vuestras inquietudes, consolar vuestras familias, y á comunicaros una paz y tranquilidad perpetuas: escuchadme hijos míos, escuchadme atentos y sosegados, os habla consideradlo bien, vuestro Pastor, vuestro conciudadano, y un hermano natural vuestro, un hombre que por muchos títulos tiene unida la suerte con la vuestra y á  quien no puede ser indiferente la de este Religioso vecindario, ni menos la del más pobre y miserable individuo que á sus ojos es tan precioso y respetable como el más rico y opulento Ciudadano. Os habla, lo repito con confianza, hijos míos, un hombre de cuyo amor teneis repetidas pruebas, á quien conoceis desde que nació que está impuesto de vuestros derechos, que sabe quales son (sic) límites, y que se se halla destinado por la providencia para conciliaros con el bien general y para coadyugar con los Ylustres Gefes que nos Gobiernan, á vuestra cierta felicidad. Hombres atrevidos os han deslumbrado, con falsas  ideas de bienes aparentes y os conduxeron al precipicio. La mano bienhechora del Omnipotente os salvó. La M.N.Y.L. Ciudad de Santiago de los Caballeros tomó en consideración vuestros males y se encargó de su remedio; rogó por vosotros al digno Gefe del Reyno, diputados de sus individuos los SS. Coronel Dn. José Ayzinena y Decano Dn. José María Peynado. que trasladados á esta ciudad mediasen en las desaveniencias, conciliasen los ánimos y asegurasen con todo el crédito que por el N. cuerpo que representaban y por sí mismos se merecen las ideas benéficas que animan al ilustrado corazón del Exmo. Sor. Dn. José de Bustamante y Guerra Presidente Gobernador y Capitán General de este Reyno. Esta medida tan sabia oportunamente tomada há sido la tabla de vuestro naufragio. La noticia sola empezó a calmar la tempestad y la mano diestra, pacifica y prudente del Píloto destinado para conducir la nave de la República en situación tan crítica, el señor Ayzinena sacado por S.E. de aquel ilustre cuerpo para nuestro Corregidor Yntendente de poderos anunciar el restablecimiento del orden y de la tranquilidad. De poderos asegurar un perpetuo olvido de lo pasado afianzado en vuestra futura conducta, si, hijos míos, no se puede borrar la cicatriz de una llaga mientras esta se toque aunque sea para aplicarle medicinas; así es indispensable abandonar por nuestra parte las solicitudes inoportunas (que solo pudieron ser concebidas en el aturdimiento de la conmoción) para que nuestros ánimos en la ilustrada sabiduría del Congreso Nacional de que somos parte por medio de nuestro Diputado. Hoy mismo actualmente estais congregados en este sagrado templo para implorar del Altísimo el acierto de la nueva constitución que nos ha de regir y gobernar y que há de establecer nuestra futura felicidad. No solo se está trabajando en ella por los primeros hombres de esta gran Nación sino que ya la Comisión encargada ha presentado más de doscientos artículos que se discuten por la Filosofía y la Religión reunidas en aquella Augusta Asamblea por los más sabios, más ilustrados y más acreditados hombres de la gran familia española dispersa en las quatro partes del globo. Descansemos pues, amados hijos, descansemos no en los débiles hombros de un simple particular, ó de un personaje por elevado que sea, sino en lo del más grande, ilustrado, y más sabio más Augusto Congreso que han visto los siglos. Descansemos tranquilos y confiados y entretanto escuchemos la respetable voz de nuestro Exmo. Gefe en las cartas que os voy a leer y que son garantes de nuestra seguridad". (AGI, Aud. de Guat., leg. 495)


JOSÉ MATÍAS DELGADO

José Matías Delgado y de León (San Salvador, 24 de febrero de 1767 - ídem, 12 de noviembre de 1832) fue un eclesiástico y político salvadoreño. Realizó sus estudios en la Real y Pontificia Universidad de San Carlos de Guatemala, donde obtuvo el grado de Licenciado y Doctor en Cánones. En San Salvador, participó como uno de los principales líderes del fallido movimiento independentista del año 1811, y el año 1821 fue uno de los firmantes del Acta de independencia centroamericana como miembro de la Diputación Provincial de Guatemala.

Con la anexión de las provincias centroamericanas al Imperio mexicano de Agustín de Iturbide, también encabezó la oposición a la anexión incondicional de la provincia salvadoreña. Tras la abdicación de Iturbide, Delgado fue elegido como el presidente de la Asamblea Constituyente de las Provincias Unidas del Centro de América, y posteriormente logró ser investido como nuevo Obispo de la Diócesis de San Salvador por parte del gobierno de su país, hecho por el que sostuvo una fuerte polémica con el arzobispo de Guatemala Ramón Casaus y Torres.

Durante la presidencia de Manuel José Arce en la República Federal de Centro América, Delgado, aparte de disputar contra las autoridades federales junto a los liberales salvadoreños y guatemaltecos, tuvo un papel determinante en la solución pacífica de la primera guerra civil de la región. Después de su fallecimiento fue reconocido como «Benemérito de la Patria» por parte de la Asamblea Legislativa de El Salvador, y también es considerado como un Prócer centroamericano.

martes, 10 de septiembre de 2013

PRÓCERES DE LA INDEPENDENCIA CENTROAMERICANA. GENERAL MANUEL JOSÉ ARCE


Manuel José Arce nace en San Salvador en el año de 1786 y muere un 14 de diciembre de 1847. Siendo sus padres don Bernardo José Arce y doña Antonia Fagoaga. Esta era una de las familias más predominantes de la época. Siendo además unas de las mas interesadas familias por la libertad absoluta y la causa de la Independencia. La influencia de las nuevas ideas se hizo presente en la Provincia salvadoreña, Arce siempre busca adquirir una mayor preponderancia.
Don Manuel José Arce, desde muy joven siempre cultivo las buenas costumbres de la época. Su educación la obtuvo en Guatemala, gracias a una beca otorgada por FernandoVII. Pero también en su carácter llevaba la firmeza y la audacia del siglo en que vivía.
Arce fue sin lugar a dudas uno de los principales conspiradores del Primer Grito de Independencia de 1811, que depusieron al intendente de San Salvador, Gutiérrez de Ulloa.
Esta primera voz de libertad hubiera sido un éxito como dice Gavidia; “si el pueblo, si el mismo pueblo que se trataba de libertar, no hubiera sido el más insensato enemigo de sus propios libertadores.
Ya se puede concebir qué flamante República iban á fundar nuestros ilustres padres en un pueblo que recibe con aclamación á don José de Aycinena y al padre Vidaurre que vienen a condenar la libertad y a aherrojar (someter) a los libertadores”.
Los sublevados fueron; Manuel José Arce, Nicolás Aguilar, Manuel Aguilar, Vicente Aguilar, Juan Manuel Rodríguez y el doctor Celis.
Arce es declarado autor del hecho y líder de los sediciosos, ante estas acusaciones, éste guarda silencio de noble entereza, a pesar de las amenazas y ofrecimientos de libertad. Arce es condenado a prisión y sale un año despúes de los hechos. Sus ideales libertarios no se han ido y de nuevo se une al levantamiento de 1814, el cual lo llevó de nuevo a la cárcel.
Pasaron seis años, para luego incorporarse al movimiento de 1821, en donde Arce corona su ideal al firmarse el Acta del 15 de Septiembre de 1821. La cárcel ya era para este patriota algo cotidiano, una vez realizadas las elecciones para la elección de la Junta Provincial, produjo un choque entre liberales y conservadores de San Salvador, por lo que de nuevo Arce es enviado a prisión, de orden del doctor Barrierre, quien por miedo a los sucesos determina que no hubieran ni elecciones y ni Junta Provincial.
El doctor José Matías Delgado, es nombrado pacificador ante los acontecimientos y dispone poner en libertad a Manuel José Arce, quien de inmediato pasa a formar parte de la Junta Provincial.
Arce, va a ser desde su mismo nacimiento la luz de la libertad de los pueblos centroamericanos. Y es que una vez lograda la independencia de Centroamérica del Imperio español, las sombras malignas de los imperialistas no se han dado por vencido. Agustín Iturbide emperador de México, anexa a las Provincias de Centroamérica como parte de su imperio, con el beneplácito de algunas provincias, San Salvador iba ser la rebelde que se opondría ante tal atropello.
En el año de 1822, va a hacer trascendental para la historia patria, cuando Guatemala invade a El Salvador, ya que es la primera derrota de los invasores en el campo del Espinal, donde el patriota Arce derrota completamente las fuerzas de Abos Padilla.
En la historia de la humanidad no siempre el final de los grandes hombres es pacífico, quienes con su luz han señalado los destinos de los pueblos. A pesar que la ingratitud humana es inmensa, generalmente al final reflexiona y los acompaña en la hora de la última prueba.
Los Centroamericanos lamentablemente a partir de nuestra independencia de 1821 a la fecha, hemos presenciado la muerte de innumerables hijos meritísimos e excelsos representantes, a quienes condenamos al olvido y a la reprochable indiferencia, por el solo hecho de haber sido diferentes. Uno de ellos, el ilustre General Don Manuel José Arce, quien muere rodeado de unos pocos amigos, especialmente de la familia Paredes, ignorado de su pueblo y amargado bajo el peso de la miseria, quien sirvió a la Patria por más de treinta años y sacrifico en aras de su libertad el patrimonio, que con tanto sacrifico había forjado.
El 14 de diciembre de 1847, "a las tres de la tarde - dice la Necrología publicada en la "Gaceta"-, murió en esta capital el señor D. Manuel José Arce, uno de los salvadoreños más notables en la historia de nuestra Independencia y de los primeros días de nuestra libertad".
"Sus funerales -agrega- se celebraron en la iglesia de San Francisco con la solemnidad posible, y fue sepultado su cadáver en la de La Merced. Una numerosa y lucida concurrencia acompañó el féretro.
Concurrió el señor Presidente Dr. Eugenio Aguilar, sus ministros y demás empleados públicos y se le hicieron los honores militares correspondientes a su grado".
A juicio del historiador nicaragüense Dr. Modesto Barrios en un estudio que publicó en 1903, relata en estos términos el fallecimiento del prócer Arce en casa del general Fermín Paredes:
"Allí – dice -, cerca del puente de La Vega, a orillas del humilde Acelhuate, un tiempo bullicioso y cristalino arroyo, en cuyas aguas la graciosa indígena contemplaba la imagen de su morena y rojiza faz, y hoy, turbia, sucia y silenciosa corriente, álzase una casa, también humilde y solitaria.
La pobreza la había tocado con su descarnada mano; no había para qué buscar en ella visitantes. Sin embargo, dentro de ella estaba quien fue promotor de la Independencia, pacificador de Nicaragua, esforzado defensor de esta plaza de San Salvador contra Arzú y contra Filísola, y primer Presidente de Centro América; quien gozó muchos y muy merecidos honores; y quien tuvo numerosos amigos, y no escasos bienes de fortuna; y obligó a muchas gentes con mercedes y dádivas.
Allí estaba don Manuel José Arce viviendo del cariño y de la generosidad de esas mujeres del mercado, de inextinguible ardor patriótico, y de gratitud que no marchita ni abate el viento de la desgracia. Allí, a las 3 de la tarde del 14 de diciembre de 1847 expiraba abandonado, olvidado de sus demás conciudadanos. Estaban presentes en la hora fatal, el general Fermín Paredes, sus hermanos Angel María, Policarpo, José María y Agustín del mismo apellido, su sobrino Fermín y don Francisco Navas.
Para uno de nuestros próceres, para un grande y generoso con todos, silencio, abandono, olvido. He aquí la suerte de muchos hombres ilustres".
El sepelio de Arce, se da el día siguiente en la tarde del 15 de diciembre de 1847, después de las honras fúnebres que tuvieron efecto en la iglesia de San Francisco, salió el féretro rumbo a la iglesia de Nuestra Señora de la Merced.
Después de haberse hecho los honores militares correspondientes a su alto grado castrense, sus restos fueron inhumados en el ala derecha de la iglesia de La Merced.
Finalmente, y por gestiones de la Fuerza Armada de El Salvador y el Lic. Pedro Escalante Arce, descendiente del Sr. Gral. Manuel José Arce, se exhuman los restos en la iglesia de la Merced y son trasladados a su último sitial de honor al “Monumento Conmemorativo de los Próceres Salvadoreños de la Independencia Centroamericana”, el cual posee una pared de hornacina en donde en el centro de la pared se encuentran 10 nichos funerarios y en el nicho del centro de izquierda a derecha se encuentran sus restos. Dicho monumento se ubica en las instalaciones del cuartel el zapote, hoy Museo Militar, en el Barrio San Jacinto.

lunes, 9 de septiembre de 2013

PRÓCERES DE LA INDEPENDENCIA CENTROAMERICANA. MANUEL AGUILAR Y BUSTAMANTE

El Presbítero Manuel Aguilar y Bustamante (San Salvador, 26 de junio de 1750-Antigua Guatemala, 25 de mayo de 1819) fue un eclesiástico salvadoreño que participó en los movimientos independentistas de 1811 y 1814, por lo que se le considera uno de los Próceres de la Independencia de El Salvador. 
Fue uno de los hijos menores de Isabel de Bustamante y Nava y del capitán Manuel Aguilar y de León primo hermano del presbítero y doctor José Matías Delgado. 
Además de los otros dos futuros sacerdotes y próceres independentistas, Nicolás y Vicente, este matrimonio también fue el origen de Ana Petrona y Mónica, quienes años más tarde contrajeron respectivas nupcias con Domingo Antonio de Lara y Mongrovejo y Francisco Durán. 
La residencia de la familia Aguilar y de Bustamante se localizaba en la esquina sureste de la Plaza de Armas de San Salvador (hoy Parque Libertad). Tras la muerte de Manuel y en cumplimiento de su testamento, la casa fue traspasada a su primo, el presbítero Juan José de Arce. Después, pasó a manos estatales, por lo que en su predio fueron construidos, en forma sucesiva, el Palacio del Ejecutivo (llamado Casa Blanca, 1866) y los cines Popular y Libertad. 
En 1761, ingresó como estudiante en el afamado colegio de San Francisco de Borja (Antigua Guatemala) en 1761 y se bachilleró en Filosofía el 17 de febrero de 1772. Recibió su tonsura y las órdenes menores del Colegio Tridentino en la iglesia del convento de Capuchinas. El 13 de marzo de 1776 recibió los grados de exorcitado y acolitado, para después obtener el subdiaconado (20 de septiembre de 1776), diaconado (sábado 4 de abril de 1778, en la iglesia del convento de la Concepción) y presbiteriado (13 de junio de 1778, con ceremonia en la iglesia del convento de Santa Catalina). Después fungiría como encargado del curato de Zacatecoluca. 
Se desempeñó durante años como catedrático de Filosofía y Cánones en el Seminario Tridentino de Antigua Guatemala. Aquejado por grave enfermedad en septiembre de 1788, al mes siguiente retornó a San Salvador y acompañó a su sobrino Mariano Antonio de Lara en la rectoría de la Parroquia de Santa Lucía Zacatecoluca (1790-1801). Después, ejerció el curato en esta población desde junio de 1803 hasta mediados de 1808, cuando fue nombrado rector de su antiguo colegio guatemalteco. En 1809, fue designado capellán del convento de las Carmelitas. 

Aunque de avanzadas edades, con sus hermanos tomó parte activa en la gesta libertaria del 5 de noviembre de 1811. Fracasado el movimiento emancipador, fue encarcelado desde octubre de 1811 hasta el 4 de marzo de 1813. Luego del segundo intento insurreccional de enero de 1814, escapó de San Salvador en la noche del 2 de marzo y una semana más tarde, al llegar a la antigua ciudad capital de la Capitanía General, se le ordenó reconcentrarse y fue reducido a prisión en el hospital de San Pedro y en el Colegio de Cristo. 
Muerte 
Pasó sus últimos años en la ciudad de Antigua Guatemala, en la casa de María Antonia Córdoba de Brito, una amiga de sus hermanas. Ante los oficios del escribano José Inocente Calderón de la Barca firmó su testamento el 6 de febrero de 1819 y lo enmendó y renovó el 4 de marzo del mismo año. Falleció a las trece horas del sábado 25 de mayo de 1819 y fue sepultado en la tarde del día siguiente, en una ahora olvidada tumba de la Parroquia de San Sebastián. 
Homenaje Póstumo 
Como homenaje a él y a sus hermanos próceres, un decreto legislativo del 23 de junio de 1932 ordenó que los cantones La Toma, Las Tunas, Santa Lucía, Pishishapa, Piñalitos, Los Mangos, La Florida y El Llano fueran segregados del pueblo de El Paisnal, al norte del departamento de San Salvador, y que con ellos fuera fundado el pueblo de Aguilares, que después llegó a ser villa (30 de septiembre de 1946) y ciudad (25 de diciembre de 1971).

viernes, 6 de septiembre de 2013

PRÓCERES DE LA INDEPENDENCIA CENTROAMERICANA. PEDRO PABLO CASTILLO


Nació en el barrio de Candelaria, municipio de San Salvador el 29 de Julio de 1780, fué alcalde de segundo voto de la ciudad de San Salvador.
Fue partícipe del primer grito de independencia el 5 de noviembre de 1811. Es partícipe en el segundo alzamiento contra las autoridades de la corona española en el año de 1814, era representante de la corona española el gobernador Peynado. En 1814 por presiones del pueblo el gobernador Peynado procedió a detener e incomunicar a los alcaldes de los barrios y a todos los presuntos conspiradores, viéndose obligado por el pueblo a soltar a los reos y a autorizar la celebración de un cabildo abierto, que el pueblo congregado en la plaza exigía a gritos. Los cuarteles se pusieron en estado de alerta para repeler cualquier situación anómala mientras D. Manuel J. Arce, de acuerdo con los alcaldes D. Juan Manuel Rodríguez y Pedro Pablo Castillo, hacían reunir estrategicamente grupos en diferentes lugares de la población para lanzarse a la revolución abierta, tratando todavía de negociar con el jefe Peynado para evitar el derramamiento de sangre, sabiendo que el pueblo estaba insuficientemente armado.
Como Peynado había tomado confianza, por sentirse respaldado por las tropas  y por el batallón de "voluntarios", fue imposible toda negociación.
En horas de esa noche, en la imposibilidad de dar un paso atrás, comenzaron los enfrentamientos por diferentes lugares de San Salvador. Hubo muertos, muchos y calificados heridos, entre los cuales se encontró D. Domingo Antonio d Lara mientras las campanas de la parroquia tocaban a rebato.
La situación en la madrugada fue dominada por las tropas regulares y al amanecer, el jefe político hizo sacar un bando con "música" imponiendo la ley marcial al toque de "queda".
Comenzaron de inmediato las capturas. La mayor parte de los dirigentes del levantamiento fueron encarcelados y se iniciaron las cabezas de los procesos. 
Pedro P. Castillo, en esta asonada de 1814, se le describe como un criollo de armas tomar, pues encabezo una turba de 150 rebeldes que ocuparon la parroquia de San Francisco y opusieron resistencia a las tropas realistas.
Cuando fracaso la insurrección de enero de 1814 una de las primeras ordenes  de captura, dada por las autoridades españolas, fue dictada contra los alcaldes constitucionales: Juan Manuel Rodríguez y D. Pedro Pablo Castillo, no olvidemos que castillo era yerno de Anselmo Aguilera, el arriscado ladino que en San Pedro Perulapán salvó la vida al padre Vicente de Aguilar; a quienes culparon justamente con D. Manuel J. Arce y D. Domingo Antonio de Lara de ser responsable de aquel movimiento revolucionario.
Perseguidos con saña, pronto cayó en garras de la justicia real, D. Juan Manuel Rodríguez; pero D. Pedro Pablo Castillo pudo eludir la persecución. Escondido en la sacristía de la parroquia, el Padre D. Vicente de Aguilar le disfrazo con una sotana suya y su propio sombrero "de teja", proporcionándole también su caballo para que de noche, disfrazado huyera y se salvara. Dirigiéndose a Huizúcar donde poseía una pequeña "heredad", y de ahí partió rumbo  a la costa atlántica de Honduras de donde se embarcó a la isla de Jamaica.
Pedro Pablo Castillo, de haber sido preso nuevamente, hubiese pagado con la vida su reincidencia revolucionaria puesto que, en la revolución de noviembre de 1811 en la hacienda "Miraflores", habia asesinado de propia mano y con agravante de alevosía y nocturnidad, al jefe militar del partido de Zacatecoluca, D. José Gregorio Zaldaña. Capturado entonces fue por la justicia común condenado a muerte, pero logro la libertad por indulto ( ya que el crimen si bien tipificado como delito común era conexo con un delito político), a ruego e instancia de la viuda y de los dos hijos menores de la víctima.
En defensa de su actuación al proporcionar la fuga del perseguido, el padre D. Vicente de Aguilar declaró y mantuvo su dicho en el proceso que se le seguía que lo había hecho movido por un empeño de caridad.
Pedro Pablo Castillo ejerció el oficio de cohetero. El año de 1805 contrajo matrimonio con Francisca Alegría Aquino y la pareja procreo a 4 hijos. La Familia residió por algún tiempo en Cojutepeque y tambien en el barrio de la Merced de San Salvador. Uno de sus descendientes fue León Castillo quien peleó al lado de Francisco Morazán  y que en edad avanzada ingreso a la orden de Los Carmelitas. Gracias a su iniciativa fue construida la primera iglesia de El Carmen en Santa Tecla.

jueves, 5 de septiembre de 2013

PROCERES DE LA INDEPENDENCIA CENTROAMERICANA. SANTIAGO JOSÉ CELIS





Nació en Ahuachapán, en 1782, en momentos en que esta localidad y su actual departamento, junto con el de Sonsonate, pertenecían al territorio de la Capitanía General de Guatemala y no a la Intendencia de San Salvador.

Trasladado a la capital guatemalteca para que recibiera la mejor educación posible en su tiempo, en 1794 ingresó al Colegio Tridentino. El 16 de agosto de 1800 recibió el grado de bachiller en Medicina en la Real y Pontificia Universidad de San Carlos, de la que se licenció el 11 y 12 de agosto de 1802, tras disertar sobre las nuevas ideas para el tratamiento y evolución de las inflamaciones purulentas y gangrenosas.

De regreso en su tierra natal, contrajo matrimonio con la distinguida suchitotense Ana Andrade Cañas, hija de Manuela Alfaro y Bartolomé Cañas, rama paterna por la cual era prima del presbítero, doctor y prócer independentista José Simeón Cañas

Con ese vínculo terrenal y religioso, el licenciado Celis no solo se convirtió en padre de dos vástagos –Santiago José (nacido el 24 de noviembre de 1806) y Leoncio Francisco (venido al mundo el 14 de enero de 1814)-, sino que también se granjeó una envidiable posición en los estratos sociales, políticos y económicos de esa sociedad salvadoreña de inicios del siglo XIX.

Dotado con un profundo sentimiento humanista, fue el primer médico que en tierra salvadoreña experimentó con el frágil suero de la vacuna, con el fin de contrarrestar los mortales efectos epidémicos de la viruela, peste que azotó la región en 1807 y que le permitió ocupar el cargo de vacunador oficial de la Intendencia de San Salvador.

Involucrado en la empresa criolla de la independencia, tuvo participación notable en la gesta sansalvadoreña del 5 de noviembre de 1811. Pero su más grande aporte a la causa libertaria centroamericana brindó en el movimiento revolucionario del 24 de enero de 1814. Dos días más tarde de la fracasada intentona emancipadora, fue capturado y encerrado en el Cuartel del Destacamento del Fijo, ubicado al sur de la ciudad de San Salvador

Durante los meses siguientes, fue vigilado, incomunicado y sometido a crueles torturas, con el fin de que revelara detalles y nombres de otras personas implicadas en los movimientos independentistas. Debido a esas brutalidades, llegó a verse en peligro su estabilidad mental y física, pero su boca se mantuvo en el más absoluto silencio, fiel a sus principios patrióticos y libertarios.

En la noche del sábado 16 de abril de 1814, fue encontrado desvanecido contra los barrotes de hierro de su celda, colgado del cuello por las puntas de su pañuelo de seda o corbatín. Como resultado de esa acción le sobrevino un desmayo. Para intentar reanimarlo, en la madrugada del domingo 17 sus carceleros y un practicante de medicina le ocasionaron un sangramiento excesivo de la vena yugular que, pese a las suturas realizadas, le produjo la muerte al primer mártir centroamericano en la lucha contra el despotismo español.

Al mediodía del lunes 18, su cadáver fue trasladado a su residencia, acompañado de un piquete de soldados, pues las autoridades sospechaban que su muerte podía ser un truco escapatorio. Ese mismo día, unos pocas amistades y familiares acompañaron su cuerpo hasta una fosa abierta en la nave de la antigua iglesia y convento de Santo Domingo (hoy Catedral de San Salvador).

Mientras el galeno estuvo en prisión, le fueron incautadas una porción corta de granos de cacao y su caballo. Luego de su muerte, su familia fue arrojada de sus propiedades confiscadas, entre las cuales se contaban los predios donde décadas más tarde fueron construidos la Casa Ambrogi y el Hotel Astoria, al sur del Palacio Nacional, en el centro de San Salvador.

El 8 de octubre de 1821, las autoridades salvadoreñas posindependentistas le negaron una pensión a su viuda Andrea, quien vivió sus últimos años en la pobreza, auxiliada por su hijo mayor Santiago José, quien se convirtió en sacerdote en 1837 y falleció en 1872.

De Florencio, el otro vástago del matrimonio Celis-Cañas, descendieron Herminia Celis Herrera, Mariana Celis de Montoya, Margarita Celis de Miranda y cinco hijos más.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

PROCERES DE LA INDEPENDENCIA CENTROAMERICANA. DOMINGO ANTONIO DE LARA Y AGUILAR.


Domingo Antonio de Lara y Aguilar



Nació en San Salvador, el 30 de agosto de 1783, en el hogar formado por el exalcalde Domingo Antonio de Lara Mongrovejo y Ladrón de Guevara (1740-enero.1797), Ana Petrona Aguilar (¿?-noviembre.1784), hermana de los sacerdotes Nicolás, Manuel y Vicente Aguilar.

Fueron sus hermanos el sacerdote Mariano Antonio (¿Cuscatancingo?, febrero de 1774-¿Olocuilta?, 13.agosto.1843) y Antonia Inés (¿?-marzo.1844), quien en 1800 contrajo matrimonio con el coronel, alférez real, corregidor y alcalde vicentino Rafael de Molina y Cañas. Huérfanos de madre a cortas edades, fueron criados por su abuela materna, Isabel de Nava de Aguilar, y por su tío Nicolás Aguilar.

Desde 1795, el joven Domingo Antonio fue estudiante de Filosofía en la Real y Pontificia Universidad de San Carlos, en la ciudad de Guatemala, donde destacó en el aprendizaje de ciencias naturales y humanidades. Por ello, no resulta extraño que, a inicios del siglo XIX y a bordo de un primitivo planeador de su invención, haya intentado los primeros vuelos salvadoreños desde el cerro e iglesia de San Jacinto.

Abandonados los estudios a causa de requerirse su presencia en la capital de la Intendencia de San Salvador, cambió sus apuntes universitarios por una vida de campo, dedicada casi por completo a la administración de los obrajes de añil de su familia.

El 4 de mayo de 1811 se casó con Manuela Antonia de Arce, hermana de Manuel José Arce. A causa de su involucramiento directo en la jornada libertaria del 5 de noviembre de 1811, sufrió prisión durante varios meses. Una vez libre, tomó parte activa en la revuelta independentista del 24 de enero de 1814 y escapó, herido de bala, de la persecución de las autoridades españolas, para entregarse a ellas en mayo de ese mismo año.

Gracias a las gestiones hechas por su esposa, fue indultado en junio de 1818 y excarcelado al año siguiente. Al salir de su encierro, se dedicó a seguir en la lucha criolla por la emancipación centroamericana de España.

En 1822 fue electo alcalde segundo de la ciudad de San Salvador y diputado del Congreso Provincial de San Salvador. Después de tomar parte en la lucha contra el brigadier italiano Vicente Filísola (1789-1850) y las tropas imperiales mexicanas que ocuparon San Salvador entre 1822 y 1823, el prócer de Lara no aceptó la candidatura para Jefe de Estado que se le propuso y se retiró a la vida privada, en la comodidad de su hacienda.

Una década más tarde, retornó a la escena política como intendente general de Hacienda del estado de El Salvador. Su actitud moderada y sus dotes personales le valieron ser escogido como diputado presidente del Poder Legislativo desde el 6 de agosto al 8 de septiembre de 1832. Desde 1834 hasta 1836, se desempeñó como consejero de Estado y senador nacional ante el Congreso Federal.

Viudo, sus hijas Antonia y Dominga fueron su único soporte en los años finales de su existencia, la cual finalizó entre 1837 y 1844, aunque se ignora el lugar y fecha exactos de su fallecimiento.

martes, 3 de septiembre de 2013

PROCERES DE LA INDEPENDENCIA DE CENTROAMERICA. JOSÉ CECILIO DEL VALLE


Biografía de José Cecilio del Valle



José Cecilio Díaz del Valle (nació en Choluteca un 22 de noviembre de 1780 – falleció en Guatemala el 2 de marzo de 1834). Fue un filósofo, político, abogado y periodista hondureño. Realizó sus estudios en la Universidad de San Carlos de Guatemala, que lo forjaron en el amor a las ciencias, y que lo hacían buscar e investigar incansablemente en los libros, los hechos y las cosas. Su espíritu investigador penetró en los estrados del conocimiento y su poderosa inteligencia lo llevó a cristalizar enseñanza, pensamiento y ciencia. Escribió sobre matemáticas, filosofía, geografía, historia, botánica, mineralogía, religión y derecho.

Valle, un hombre de ideas moderadas, creyó fervientemente en el derecho de los pueblos a obtener su libertad y en los cambios socio-políticos. Pero estaba convencido, que estos debían llevarse a cabo despacio, como una especie de evolución social. Por esta razón, cuando Centroamérica se preparaba a declarar su independencia, Valle pensó que no era el momento justo para hacerlo y la condicionó bajo el argumento, que primero debía oírse el voto de la provincias.

Una vez adoptada la Independencia, Valle se convirtió en un acérrimo defensor de la misma. Cuando surgieron las intenciones de anexar Centroamérica a México por parte de los simpatizantes del estilo monárquico de gobierno, Valle se pronunció en contra de ello. Al final, los ‘anexionistas triunfaron y Valle se vio en la necesidad de luchar por la independencia Centroamérica en México. El 12 de abril de 1823, presentó pruebas contundentes, demostrando que la anexión no tenía bases jurídicas, legales o morales por lo que solicitó al congreso mexicano su nulidad.

De regreso en Guatemala, Valle se convirtió en candidato presidencial, por el partido conservador. El pueblo centroamericano lo elige su presidente, sin embargo, este resultado desconcertó a los liberales quienes aspiraban a dominar en el ánimo del gobernante. Éstos consideraron imposible dominar a Valle, ya que era un hombre de vasta instrucción, por lo que apelaron a expediente de falsear el computo de la elección. Para esto, contaron con la ayuda de los conservadores que no eran leales a Valle. ” Ambos entraron en arreglos, formaron una coalición que dio en tierra con la votación popular, y eligieron en el congreso…al General Manuel José Arce, Presidente de Centro-América.”

El legado de Valle, quedó plasmado en una serie de artículos, discursos y proyectos en los que identificaba los males que sumían a la Nación en el atraso, al mismo tiempo que proponía una serie de soluciones para salir de esa situación. Era optimista en cuanto al potencial de Centroamérica, pero sabía que para realizar ese potencial habría que hacer una gran inversión en educación e infraestructura, involucrando a todos los habitantes de la región en el proyecto de nación que tenía en mente. Desafortunada mente, sus ideas no llegaron a implementarse, ya que en los primeros años de vida independiente el país tuvo serias dificultades políticas y económicas que, en última instancia, llevaron a la desintegración de Centroamérica.
Primeros años y educación

José Cecilio del Valle nació el 22 de noviembre de 1780 en Choluteca, una comunidad localizada a orillas del río del mismo nombre, hoy parte de la República de Honduras. Sus padres fueron don José Antonio Díaz del Valle y de doña Gertrudis Díaz del Valle, criollos, de buena posición económica, y terratenientes dedicados a la agricultura y ganadería. Otros parientes cercanos de José del Valle además de la ganadería se dedicaron a la política. Su bisabuelo, José Díaz del Valle, quien llegó a tener en sus haciendas más de dieciséis mil cabezas de ganado, fue alférez mayor y regidor perpetuo de Choluteca, y de origen andaluz. En su escudo familiar llevaba una leyenda que decía “El que más vale no vale tanto como vale Valle”. Su primo Dionisio de Herrera fue Jefe de estado de Honduras (1824) y de Nicaragua (1830). Hijo de Paula Díaz del Valle y de Juan Jacinto Herrera y Rivera quien también fue Teniente de Milicias y Alcalde Mayor de Tegucigalpa.

Los padres de José Cecilio, deseosos de educar a su hijo de la mejor manera y no encontrando en la provincia de Honduras un centro adecuado, se trasladaron a Nueva Guatemala, capital del Reino de Guatemala, en 1789. “La situación de Guatemala en cuanto a la vida moral y literaria aventajaba por mucho a la de Honduras”. Aún así, la enseñanza era subdesarrollada ya que esta, se encontraba casi paralizada debido a la influencia de las instituciones de la colonia. Según José Milla y Vidaurre ” Las doctrinas atrevidas que en” Europa ” habían producido una transformación completa en las ciencias morales y políticas, apenas eran conocidas en” Guatemala. Esta era la situación del Reino, cuando Valle hacia el aprendizaje, de la primeras letras. Eso fue hasta que hombres como: Rayon, Villaurrutia y el costarricense, José Antonio Liendo y Goicochea entre otros, se propusieron reformar el plan de estudio en Guatemala.

A los 12 años de edad, el joven José asistió por un tiempo a la escuela de los hermanos betlemitas y posteriormente al Colegio Tridentino con el fin de aprender latín. Al terminar en la escuela primaria, José del Valle, se convirtió en discípulo de Goicochea. Este le abrió la puerta, y “despejó las vías que Valle debía recorrer como hombre de ciencias y letras”.

En 1791 ingresó a la Universidad de San Carlos, donde estudió Derecho Civil y Canónico. Se graduó de bachiller en filosofía en 1794. En 1795 falleció su madre, lo que lo llevó a interrumpir sus estudios. En 1803 obtuvo el título de abogado y comenzó a ejercer su profesión de inmediato. Continuó sus estudios sobre Idiomas, Derecho, Economía, Ciencias Naturales, Políticas, Finanzas, Historia, Geografía, y Matemáticas.El 12 de octubre de 1812, contrajo matrimonio con Josefa Valero Morales, originaria de Comayagua.
Formación laboral

“Por su conducta intachable, y por sus sólidos y vastos conocimientos” de las leyes de Castilla e Indias “y en su calidad de hijodalgo aunque nacido en América”, Valle tuvo casi el mismo privilegio de los españoles. Entre 1803 y 1821, Valle fue funcionario del gobierno colonial. En mayo de 1805, Valle fue nombrado, Diputado Interino de la Comisión Gubernativa de consolidación, Defensor de Obras Pías y Censor de “La Gaceta de Guatemala”.

En febrero de 1806 se convirtió en Asesor del Consulado de Guatemala. En marzo del año siguiente fue nombrado Fiscal del Juzgado de los Reales Cuerpos de Artillería e Ingenieros del Reino y en Abril 1808, Asesor de los Reales Cuerpos de Artillería e Ingenieros del Reino. En 1813 cuando tiene lugar la conjura de Belén Valle desempeña el cargo de Fiscal de los Reos del estado.

En marzo de 1820, cuando Fernando VII se ve obligado a restaurar la Constitución de 1812, se llevaron a cabo en [sociallocker id="21455"]Guatemala elecciones de representantes legislativos y ejecutivos, oportunidad en la cual, Valle fue elegido Alcalde de la Ciudad de Guatemala a comienzos de 1821, desempeñándose en este cargo hasta mayo de ese año cuando fue nombrado Auditor de Guerra.
El legado de José Cecilio del Valle

El legado de Valle, quedó plasmado en una serie de artículos, discursos y proyectos en los que identificaba los males que sumían a la nación en el atraso, al mismo tiempo que proponía una serie de soluciones para salir de esa situación. Era optimista en cuanto al potencial de Centroamérica, pero sabía que para realizar ese potencial habría que hacer una gran inversión en educación e infraestructura, involucrando a todos los habitantes de la región en el proyecto de nación que tenía en mente. Desafortunada mente, sus ideas no llegaron a implementarse, ya que en los primeros años de vida independiente el país tuvo serias dificultades políticas y económicas que, en última instancia, llevaron a la desintegración de Centroamérica.

Además de su aporte cultural a nuestro país y América Latina es incomparable y entre los cuales podemos mencionar.

Redactó el Acta de Independencia de Centro América.
Fundo el periódico “El amigo de la Patria”.
Fue precursor del latinoamericanismo.
Ocupo innumerables puestos públicos
Asesor de los Juzgados de la 1º Instancia de la Artillería y Consulado
Fiscal Interno de la Real Audiencia.
Alcalde electo de la Ciudad de Guatemala en 1820
Auditor Interno de Guerra de la Capitanía General de Guatemala, 1821.
Censor de la Gaceta.
Director de la sociedad Económica 1830
Catedrático de la Universidad de San Carlos de Borromeo, de Guatemala
Diputado al Congreso 1829, 1831
Vice-presidente de la Republica de Centro América, 1833

Valle ayudo a que la región pasara a formar parte de una confederación con el recién creado Imperio mexicano de Agustín de Iturbide. Valle represento a la provincia de Tegucigalpa en el Congreso mexicano (1822), y se convirtió en secretario de Asuntos Exteriores en el gobierno de Iturbide. El Imperio fue disuelto en 1823, después de lo cual, Valle regreso a Guatemala, y en 1824 se presento como candidato a la presidencia de las provincias Unidas del Centro de América (Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador). Auque le falto solo un voto para conseguir la mayoría absoluta, el Congreso le negó el cargo. Gano las elecciones presidenciales en 1834, pero murió antes de tomar posesión de la presidencia.
Sus últimos días
Hacienda La Concepción

“Acostumbraba Valle hacer, con toda su familia, todos los años, una temporada en su hacienda llamada “La Concepción,” distante 18 leguas de Guatemala. Desde fines de Diciembre de 1833 permanecía en esta hacienda, disfrutando de completa salud,” sin embargo, el 1 de febrero de 1834, Valle comenzó “a experimentar distintos padecimientos físicos, aunque no de carácter alarmante. Así continuó por espacio de algunos días, hasta el 22 del mismo mes, en que, á las 5 de la tarde, fue repentinamente atacado de una fuerte fatiga con hervor de pecho, mal de que nunca había padecido, y que era de gravísimo carácter porque casi le impedíala respiración y podía producir una asfixia. En fuerza de los solícitos cuidados de la familia, Valle tuvo algún alivio, pero la enfermedad continuaba”.

El 1 de marzo, “salió la familia de la hacienda, conduciendo al enfermo en una camilla arreglada rumbo a la capital, en la manana del mismo día el enfermo sintio un ligero alivio pero en la noche inesperadamente se agravo el mal del enfermo manifestandose en particular, su gravedad por un prolongado delirio. Pasó el delirio y vino una ligera calma; pero después, en la madrugada, acometió al enfermo un nuevo ataque de fatiga: Valle se asfixiaba. La familia, con redoblados es fuerzos, logró calmarlo, y continuaron su marcha para la hacienda “Corral de Piedra”, distante 12 leguas de la capital de Guatemala. Pero á media jornada, y á eso de las 10 de la mañana del domingo 2 de Marzo, en medio de una de las llanuras del camino, la camilla hizo alto: Valle se moría; la enfermedad le asestaba su último golpe”.
Muerte

El 2 de marzo de 1834, “en un camino desierto, yermo, e inhóspito, en donde se levantaban enormes nubes de polvo, y en donde el sol calcinaba con sus rayos la humanidad de los caminantes, rodeado únicamente por su familia y los arrieros”, falleció Don José Cecilio del Valle. El enfermo, tuvo tiempo de pedir los auxilios del confesor, y dijo, entre otras cosas, a su Capellán “Padre, conozco que ya estoy en el último periodo de existencia, y necesito de los auxilios espirituales para devolver mi alma al Creador que me la dio.”

El cuadro clínico presentado por don José del Valle antes de su muerte, es el de un infarto del miocardio, complicado por insuficiencia cardíaca izquierda en su forma más grave que es el edema agudo del pulmón. Esta condición clínica se manifiesta con factores predisponentes que estaban presentes en este caso, como lo son la personalidad tipo A; la tensión emocional y ansiedad; el sedentarismo…Todo ello es prueba de la enfermedad coronaria que terminó con la vida del Sabio Valle, a edad relativamente temprana.
Repercusiones

La muerte de Valle, “el más grande pensador y erudito hasta la fecha ha nacido en Centroamérica” fue todo un acontecimiento político, ya que “estaba electo Presidente de Centro América…obtuvo la mayoría de los votos; pero el destino había decidido que jamás fuera Jefe de la nación. La muerte cerró sus ojos antes de que los pliegos se abrieran.”

Marure consagra a Valle el siguiente párrafo de las efemérides: “Perdió Centro-América, con el fallecimiento del licenciado José del Valle, a uno de sus más distinguidos hijos. Conocido ya desde el tiempo del Gobierno español por sus grandes talentos y extraordinario saber; luego que se proclamó la Independencia, fue elevado á los primeros destinos de la naciente República…el siguiente año concurrió á las Cortes de Méjico, en donde sostuvo victoriosamente los derechos de su patria y sobresalió por su elocuencia y laboriosidad”.

Jeremy Bentham y otros ilustres escritores de Europa le honraron con su amistad, y la Academia de ciencias de París, le inscribió en el catálogo de sus miembros. La memoria de este distinguido centroamericano fue justamente honrada por sus compatriotas: la Asamblea de Guatemala acordó, en 13 de marzo del mismo año de 34. que su retrato fuese colocado en el salón de sesiones, y que en demostración de sentimiento por su muerte, todos los funcionarios públicos vistiesen luto por tres días. El 9 de abril siguiente la Asamblea del Salvador decretó los mismos honores fúnebres a la memoria de Valle.”

fuente: https://redhonduras.hn/personajes/jose-cecilio-del-valle/