Un Sermón histórico:
una historia del primer grito de independencia
Posesionadas las nuevas autoridades, el 22 de diciembre de 1811 se efectuó una misa solemne, en la parroquia, en acción de gracias por la pacificación. El celebrante - que no podía ser otro que el Padre José Matías Delgado- subió al púlpito. El sermón de ese día ha llenado de asombro y estupor a bastantes historiadores, en tanto que siendo el párroco una de las principales figuras que manejaron los hilos de la rebelión recién concluida, asume en esta prédica una actitud de lealtad al orden establecido, y llega a decir a sus paisanos: "Hombres atrevidos os han deslumbrado con falsas ideas de bienes aparentes y os conduxeron al precipicio"
Reproducimos, íntegramente, el sermón en cuestión.
SERMÓN DEL PADRE JOSÉ MATÍAS DELGADO EN LA IGLESIA PARROQUIAL DE SAN SALVADOR. 22 de diciembre de 1811.
"Amados hijos míos: Oíd en este sagrado lugar la voz consoladora de vuestro Párroco. Yo que os hé acompañado en todas vuestra tribulaciones, que no os hé desamparado aun en los momentos más amargos, que siempre me vísteis con vosotros en las calles, en las plazas, en las habitaciones domésticas... en este sagrado templo implorando la clemencia del Señor. Que arrastrado del torrente impetuoso de las convulsiones populares que desgraciadamente agitaron esta ilustre ciudad en los aciagos días 4,5 y 7 de noviembre corria de un lugar á otro infatigable y activo, para dar exemplo de moderación á los Magistrados, y consolación á los afligidos: vengo á hablaros hoy en presencia del Señor De las Misericordias, á calmar vuestras inquietudes, consolar vuestras familias, y á comunicaros una paz y tranquilidad perpetuas: escuchadme hijos míos, escuchadme atentos y sosegados, os habla consideradlo bien, vuestro Pastor, vuestro conciudadano, y un hermano natural vuestro, un hombre que por muchos títulos tiene unida la suerte con la vuestra y á quien no puede ser indiferente la de este Religioso vecindario, ni menos la del más pobre y miserable individuo que á sus ojos es tan precioso y respetable como el más rico y opulento Ciudadano. Os habla, lo repito con confianza, hijos míos, un hombre de cuyo amor teneis repetidas pruebas, á quien conoceis desde que nació que está impuesto de vuestros derechos, que sabe quales son (sic) límites, y que se se halla destinado por la providencia para conciliaros con el bien general y para coadyugar con los Ylustres Gefes que nos Gobiernan, á vuestra cierta felicidad. Hombres atrevidos os han deslumbrado, con falsas ideas de bienes aparentes y os conduxeron al precipicio. La mano bienhechora del Omnipotente os salvó. La M.N.Y.L. Ciudad de Santiago de los Caballeros tomó en consideración vuestros males y se encargó de su remedio; rogó por vosotros al digno Gefe del Reyno, diputados de sus individuos los SS. Coronel Dn. José Ayzinena y Decano Dn. José María Peynado. que trasladados á esta ciudad mediasen en las desaveniencias, conciliasen los ánimos y asegurasen con todo el crédito que por el N. cuerpo que representaban y por sí mismos se merecen las ideas benéficas que animan al ilustrado corazón del Exmo. Sor. Dn. José de Bustamante y Guerra Presidente Gobernador y Capitán General de este Reyno. Esta medida tan sabia oportunamente tomada há sido la tabla de vuestro naufragio. La noticia sola empezó a calmar la tempestad y la mano diestra, pacifica y prudente del Píloto destinado para conducir la nave de la República en situación tan crítica, el señor Ayzinena sacado por S.E. de aquel ilustre cuerpo para nuestro Corregidor Yntendente de poderos anunciar el restablecimiento del orden y de la tranquilidad. De poderos asegurar un perpetuo olvido de lo pasado afianzado en vuestra futura conducta, si, hijos míos, no se puede borrar la cicatriz de una llaga mientras esta se toque aunque sea para aplicarle medicinas; así es indispensable abandonar por nuestra parte las solicitudes inoportunas (que solo pudieron ser concebidas en el aturdimiento de la conmoción) para que nuestros ánimos en la ilustrada sabiduría del Congreso Nacional de que somos parte por medio de nuestro Diputado. Hoy mismo actualmente estais congregados en este sagrado templo para implorar del Altísimo el acierto de la nueva constitución que nos ha de regir y gobernar y que há de establecer nuestra futura felicidad. No solo se está trabajando en ella por los primeros hombres de esta gran Nación sino que ya la Comisión encargada ha presentado más de doscientos artículos que se discuten por la Filosofía y la Religión reunidas en aquella Augusta Asamblea por los más sabios, más ilustrados y más acreditados hombres de la gran familia española dispersa en las quatro partes del globo. Descansemos pues, amados hijos, descansemos no en los débiles hombros de un simple particular, ó de un personaje por elevado que sea, sino en lo del más grande, ilustrado, y más sabio más Augusto Congreso que han visto los siglos. Descansemos tranquilos y confiados y entretanto escuchemos la respetable voz de nuestro Exmo. Gefe en las cartas que os voy a leer y que son garantes de nuestra seguridad". (AGI, Aud. de Guat., leg. 495)
JOSÉ MATÍAS DELGADO
José Matías Delgado y de León (San Salvador, 24 de febrero de 1767 - ídem, 12 de noviembre de 1832) fue un eclesiástico y político salvadoreño. Realizó sus estudios en la Real y Pontificia Universidad de San Carlos de Guatemala, donde obtuvo el grado de Licenciado y Doctor en Cánones. En San Salvador, participó como uno de los principales líderes del fallido movimiento independentista del año 1811, y el año 1821 fue uno de los firmantes del Acta de independencia centroamericana como miembro de la Diputación Provincial de Guatemala.
Con la anexión de las provincias centroamericanas al Imperio mexicano de Agustín de Iturbide, también encabezó la oposición a la anexión incondicional de la provincia salvadoreña. Tras la abdicación de Iturbide, Delgado fue elegido como el presidente de la Asamblea Constituyente de las Provincias Unidas del Centro de América, y posteriormente logró ser investido como nuevo Obispo de la Diócesis de San Salvador por parte del gobierno de su país, hecho por el que sostuvo una fuerte polémica con el arzobispo de Guatemala Ramón Casaus y Torres.
Durante la presidencia de Manuel José Arce en la República Federal de Centro América, Delgado, aparte de disputar contra las autoridades federales junto a los liberales salvadoreños y guatemaltecos, tuvo un papel determinante en la solución pacífica de la primera guerra civil de la región. Después de su fallecimiento fue reconocido como «Benemérito de la Patria» por parte de la Asamblea Legislativa de El Salvador, y también es considerado como un Prócer centroamericano.
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